Decidimos llamar “novias extranjeras” a las mujeres de los países de la antigua URSS que sueñan con casarse con un español. Durante la década pasada invadieron con sus datos todas las páginas del Internet y las bases electrónicas de datos. Durante años asedian las páginas web de agencias nupciales de decenas de países de Europa del Este. Muchas veces las “novias extranjeras” están vinculadas con historias tristes y desagradables para los hombres extranjeros. En pocos casos la mujer que se casa de esta forma será en realidad una compañera digna y amiga en la vida privada de un español. La práctica muestra que el 80 % de estas "novias extranjeras” son seres pérfidos de alma fría. Son asquerosamente interesadas en lo que se refiere a los sentimientos, y en el matrimonio no buscan más que la oportunidad de quitarse la carga del trabajo diario por el que cobran sumas miserables en su país natal. Casi todas experimentan una repugnancia apenas escondida hacia su futura pareja. No hay nada extraño en esto.
Porque en España los hombres exitosos, guapos, inteligentes, acomodados, es decir, los hombres que justificaron las expectativas, no tienen problemas a la hora de buscar una esposa guapa, educada, esbelta y tierna entre sus compatriotas o entre las mujeres de cualquier otra nación. Es poco probable que este tipo de hombres se dirija a una agencia nupcial. Más bien, en su juventud a la hora de crear la familia, tendrán que afrontar la necesidad de una elección poco fácil, y es que habitualmente tienen más de una amiga que les podría servir como esposa.
En general es oportuno constatar que es una mentira pérfida el mito que vive en los países del norte sobre las españolas marimachos y feministas. El retrato de la mujer española que fuma un cigarrillo tras otro y habla con voz grave acerca de la nulidad del sexo masculino es una equivocación total. Claro que en España un periodista experimentado de una publicación sensacionalista también encontraría bastantes señoras de éstas. Éstas servirían como personajes macabros para un reportaje de intriga de un programa televisivo para hombres. A veces a los hombres de otro país les resulta divertido e interesante ver un teleshow así. ¡Pero en general, desde el primer momento les queda claro que en España hay muchas mujeres guapas y adecuadas para contraer matrimonio!
En realidad las españolas de verdad y de buena familia son magníficos partidos para sus maridos. Desde la adolescencia hasta la vejez son hermosas y fascinantes, y se convierten en madres atentas y afectuosas cuando les llega el momento. Por eso los españoles normales no encuentran a su mujer por medio de la base de datos de “novias extranjeras”, sino por la vía natural. Mientras aquellos a quien no les tocó esa felicidad "natural" se ven obligados a “mendigar” por el mundo. Justo en ese momento nuestras “novias extranjeras” sueltan sus redes. Sin embargo, en ellas se atrapa sólo a pececillos pasados de edad, con una apariencia lejos de ser hermosa y un montón de problemas personales. Por eso nuestras jóvenes no tienen motivos especiales para alegrarse de esta pesca.
Por consiguiente, las familias compuestas por un español de edad avanzada y una joven de los países de la CEI ahora constituyen el fenómeno más difundido entre los matrimonios internacionales en España. Por lo visto, existe un exceso de jóvenes desesperadas en el CEI, mientras se observa un déficit evidente de mujeres hermosas inteligentes en España dispuestas a casarse con fracasados. Por eso, para los hombres locales por encima de los cuarenta tal unión constituye la última y deseada posibilidad de tocar en su vida un cuerpo joven femenino a cambio de un “pago diario” relativamente bajo.
Si juzgamos con sangre fría sobre la rentabilidad de dicha "transacción", tenemos que mencionar que no son grandes valores los españoles “rezagados” pueden ofrecer a cambio del consentimiento de la joven de casarse. ¿Qué es lo que tiene el marido que cumplió los cincuenta sin haber encontrado una compañera entre sus compatriotas? Como norma, posee un piso modesto, una relativa estabilidad financiera dentro de los límites de los 1300 euros mensuales y una integración social muy débil. En la mayoría de los casos desempeña un cargo de funcionario público, es empleado de una empresa grande o en el mejor de los casos tiene un pequeño negocio. No es ningún secreto que por vivir la mayor parte de la vida solo o con sus ancianos padres, estos hombres tenían muchos números para quedarse solteros para toda la vida.
Es por eso que cuando por su edad se acercan a la línea roja, tienen prisa en compartir con alegría toda su aburrida vida cotidiana con una mujer joven y pobre de la antigua URSS. Es curioso que la mayoría de las “novias extranjeras” queda más que satisfecha en esta relación desigual. Es hora de explicar que por “falta de perspectivas” en su país natal estas jóvenes no se distinguen en nada de los españoles solitarios descritos. He aquí una solución genial más de la madre naturaleza, que hace que se encuentren felizmente dos soledades.
Claro que hay excepciones. Cuando dos personajes brillantes, un hombre español y una belleza rusa, se conocen por medio de una agencia y empieza un romance que acaba rápidamente en una feliz boda. Pero esto recuerda más a un premio de lotería o a ganar concurso de belleza. Se trata de un pequeño porcentaje del total de matrimonios ordinarios y contraídos expresamente por interés. No continuaremos examinando los tipos de uniones matrimoniales entre hombres españoles y señoras de la CEI. Sólo subrayaremos que en general son desiguales en derechos, y que el ambiente psicológico en estas familias acostumbra a ser tenso. Los niños de estos matrimonios, nacidos en el proceso e “incluidos en el juego” según dicta la estadística no hablarán bien el ruso. O rechazarán en absoluto el idioma natal de la madre. Nuestras mujeres casadas con españoles por una causa desconocida no se esfuerzan especialmente en que sus hijos hereden el idioma de Tolstoi y Dostoyevski.
Desde el punto de vista de un psicólogo familiar diríamos que en su totalidad la capa emocional de las relaciones cotidianas entre los españoles y las “novias extranjeras” está pintada con los tonos fríos y grises de la rutina del consumo. No hay que esperar fiestas de amor y procesiones triunfales por la vida. Los recién casados se verán bajo la carga de los mismos problemas de los que las jóvenes románticas habían huido al extranjero. No obstante, es fenomenal que a pesar de los visibles defectos que tiene la perspectiva de un matrimonio con un “perdedor” español, el flujo de jóvenes de la CEI en busca de maridos no deja de incrementar. Se ha convertido en un fenómeno de masas de pleno valor social que ya es en parte inalienable de la sociedad española. ¿Sería todo en la vida de nuestras jóvenes en casa tan malo? ¡Por lo visto sí!
Existen dos flujos básicos de "novias extranjeras” de la CEI a España. El primero está integrado por señoras de 23 a 33 años de edad, que encantan intencionadamente a hombres de 40 años y más. En el 99 % de los casos actúan con sangre fría e interés. Simplemente tienen que ir a donde sea, lo más lejos posible de la miseria, de los miedos de la calle oscura y del invierno frío. El segundo flujo lo constituyen mujeres bastante mayores de 35 años, habitualmente divorciadas, que buscan lo más parecido a unas relaciones cordiales. Tales mujeres han sufrido en la vida, y ahora buscan a un compañero de fatigas como ellas. Su elegido se encontraría también dentro de la escala de los cincuenta y pico años. Los demás hombres en España no están disponibles, puesto que hasta que un español mujeriego soltero de 42-44 años sigue cobijando la esperanza de encontrar por su cuenta un amor de verdad.
En lo que se refiere a la apreciación del nivel de felicidad familiar de parejas de este tipo, es posible notar que la joven del primer grupo se encontraría casi siempre en el papel de la comensal sin derechos. Cada día estará obligada a cumplir un montón de cosas desagradables, complaciendo a cada momento a su benevolente salvador. No tendrá prisa en encontrar trabajo y si lo hace trabajará con dejadez y sólo debido a la presión que recibe de su esposo.
En el segundo caso la unión se hace más constructiva y a veces incluso despierta el orgullo nacional. Utilizando la experiencia acumulada en sus relaciones personales anteriores hacen lo que quieren de sus maridos españoles. Sacan de ellos con alegría y éxito los bienes materiales que habían esperado durante tanto tiempo como si estos hombres fueran huchas de barro con forma de cerdito. Son las mujeres del segundo grupo las que marcan los mayores récords en la adaptación en España. Encuentran trabajo más a menudo, y establecen con facilidad relaciones con los familiares del marido. La causa es simple. En España un hombre o una mujer se convierten en miembros válidos para la sociedad mucho más tarde que en los países de la ex-URSS. Esto sucede justo en la edad entre 35 y 40 años, mientras los jóvenes menores de 30 años son percibidos sólo como los hijos de alguien. Por eso no hay nada de asombroso en el hecho de que una novia joven caiga automáticamente en el vacío social. Ya no les interesa a los jóvenes, puesto que está casada, y es aburrida para los adultos por su falta de la experiencia en la vida. Simplemente no tendrá nadie con quien hablar.
Para acabar con el tema, como buen consejo a una “novia extranjera” novata recomendamos a la joven que se lo piense diez veces antes de exponerse a estas duras pruebas en el extranjero. En caso de que la diva esté dispuesta a viajar a España para contraer matrimonio a toda costa, le deseamos suerte. Sin embargo, que recuerde que los esfuerzos en la búsqueda del marido en su país natal serán incomparablemente menores a los que necesitará para construir la felicidad familiar con un español. En broma, si comparamos estos esfuerzos, diríamos, que en casa para buscar al prometido le haría falta sólo peinarse con más esmero una vez a la semana e ir a una discoteca. En España le exigirán bailar cada día un ballet mágico sobre un escenario de agua inestable. Además, su inamovible coreógrafo dirigirá las clases en una lengua incomprensible. Aunque claro, por otro lado es bien sabido que sarna con gusto no pica.
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