Toda la gente de habla rusa recuerda la película que introdujo en nuestra habla el término de “caballeros de la suerte”. Es divertido, pero las aventuras de muchos buscadores de beneficios deshonestos en España suceden de una forma que recuerda la archiconocida película cómica rusa. La imagen de la mayoría de estas personas es capaz de provocar una bondadosa sonrisa. Todos los “caballeros de la suerte” que llegan a España contrastan de forma irremediable con la masa. Su manera de comportarse, comunicarse y vestirse se distingue catastróficamente de la de los habitantes locales e incluso se distingue de la de sus compatriotas emigrados. No es ningún secreto que en su país natal a la gente del hampa se la distingue desde lejos. Imagínese lo profundo del contraste de su apariencia con el paisaje local extranjero.
Se puede dividir todo el grupo de los “caballeros de la suerte” emigrados en tres subgrupos básicos. El primero lo forman los carteristas menudos y los ladronzuelos. Habitualmente son hombres jóvenes solitarios de 23 a 40 de edad años que se ganan la vida en las ciudades grandes y rara vez cometen delitos más serios. Aunque se unan en peculiares comunidades para abaratar el coste de la residencia, en su interior continúan siendo personas reservadas que no creen a nadie. Se adaptan con habilidad a las condiciones de trabajo españolas, ganándose la vida durante años con robos en tiendas y pisos privados. Con el tiempo crean su propia red de conocimientos, chivatos y cómplices. Es curioso que los delincuentes locales se muestren abiertos a ellos e incluso colaboren con ellos. Y que algunos hasta expresen con sinceridad su respeto hacia los colegas rusos. En España se ha hablado mucho de lo dura que es “la mafia rusa”. Además, según la opinión del español medio, cualquier inmigrante de la CEI, capaz de robar una bolsa a una abuela despistada es necesariamente miembro de esta misma “mafia rusa”. Por eso prefieren curarse en salud y están dispuestos a expresar su admiración por toda la estructura criminal rusa incluso ante un miserable carterista.
Por un lado esto les va bien a los estafadores y granujas de medio pelo. Pero por otro lado dificulta bastante todos los tipos de contactos ruso-españoles en cualquier nivel de la sociedad. Por ejemplo, un hombre de negocios honesto de Moscú que según los españoles tiene un aspecto más duro que el habitual europeo rollizo y rosado, puede ser rechazado a la hora de hacer un negocio a causa de un miedo subconsciente. Por otro lado, un grupo de jóvenes rusos que tras terminar su jornada en una obra de construcción toman una cerveza en un bar hablando en voz alta y acaloradamente sobre sus problemas, puede acabar en la comisaría de policía. Y es que sonreían poco, gesticulaban mucho y provocaron un ataque de pánico del propietario, que acabó llamando a la policía. ¡Qué le vamos a hacer, los españoles no quieren correr el más mínimo peligro en su dulce y tranquila existencia!
Es conocido un hecho interesante sobre los ladronzuelos menudos de la CEI en España. Algunos de ellos se dedican tanto a su querida profesión que con los años consiguen hacer una fortuna. Al cabo de diez años estos ladronzuelos tienen dinero ahorrado, dejan el oficio y se van a descansar en la tranquilidad de alguna provincia más cercana al sur del país. Allí compran o adquieren a crédito una pequeña cafetería o un bar musical, cediendo la oportunidad de robar a los alumnos jóvenes. Este desenlace es casi un clásico. Sin embargo, según la estadística una suerte tan feliz espera a tan sólo uno de doscientos “caballeros de la suerte” menudos. Los demás se dejan atrapar y son deportados para cumplir condena en una cárcel fría en su país natal. Y esto sucede, como norma, debido a su relajación y estupidez.
Es conocido el caso de un ladronzuelo que llevaba en España cuatro años dedicándose a su oficio, y se dejaba coger una y otra vez en el mismo supermercado de al lado de donde vivía. ¡Por lo visto, su instinto se ponía en marcha automáticamente de camino a casa! Lo detuvieron como mínimo cinco veces y entregaron a la policía. Después, en el juzgado los jueces de instrucción españoles, llenos de compasión, ¡le reñían cada vez y le asustaban con echarle del país, apelaban a su razón, e incluso se ofrecían a encontrarle un trabajo! Pero todo en vano. Al final, todos los empleados de la tienda ya le conocían. ¿Piensa que esto sirvió de algo? No. Fue una vez más al supermercado, muy borracho con motivo de su cumpleaños, y robó 10 botellas de vodka, que trató de llevarse en una bolsa transparente. La paciencia de todos los benefactores llegó al límite y acabaron condenándole a cuatro años de cárcel.
Por nuestra parte podemos asegurar que la probabilidad de encontrarse con representantes menores de "los caballeros de la suerte” en España no es alta para un turista medio de la CEI. Les resulta más rentable ocuparse de los forasteros de vacaciones de otros países o de los impersonales grandes almacenes que de sus compatriotas. Ya que está claro que los ciudadanos de habla rusa están escarmentados desde su infancia y son duros de pelar en comparación con los europeos.
El segundo tipo de criminales de la CEI del grupo de “caballeros de la suerte” en España lo representan los llamados actores de gira. Son bandidos que conforman equipos habitualmente integrados por “profesionales” de diferentes sectores del oficio criminal. No aparecen con frecuencia, pero sí de forma regular. Cada año o año y medio desde las profundidades de la CEI una brigada de estos ejecuta un ataque inesperado a las costas de España. Esto pasa con los grupos desplazadas de los territorios de los que proceden como resultado de una lucha de clanes, o con las asociaciones espontáneas de delincuentes. Para ellos es difícil consolidarse en España.
Desde los primeros días de su estancia la probabilidad de un conflicto abierto con los habitantes autóctonos es alta, por lo menos por parte de uno de los representantes del grupo. Esto se debe que estos hombres llegan en un estado nervioso y bajo estrés psicológico. Dicha presión interior choca contra una realidad desconocida e incomprensible y provoca en ellos una agresividad incontrolable. Les sería complicado evitar una protocolaria comprobación de documentos en la calle. Sus agresivas y serias caras, que no presagian nada bueno a los peatones, en seguida llaman la atención de los policías. Además algunos de los que “están de gira" pueden estar en búsqueda y captura en las bases de datos de las policías europeas.
Sin embargo, aunque un grupo se las ingenie para evitar un arresto fulminante tras la llegada, la escala de sus actividades no encontrará lugar en las playas españolas y en seguida les hará visibles a los ojos de la sociedad. Un equipo grande exige recursos grandes y grandes beneficios. Los “actores de gira” inteligentes, tras observar la situación en España, se irán rápidamente en busca de la tierra prometida al comprender que un pez grande como ellos no podrá nadas en las aguas bajas de España. Los mozos menos inteligentes podrían intentar un ataque a una joyería o una sucursal bancaria. Todo esto acabará con un rotundo fracaso. Por desgracia para ellos, en España no hay espacio para esconderse, y también es muy difícil escapar a cualquier país vecino menos controlado por la policía. En las ciudades no hay patios interiores, ni lugares secretos que no estén filmados por miles de cámaras. En todas las calles pulula la policía, las carreteras del campo recuerdan pasillos de hormigón, donde un paso a un lado significa la caída al mar o a un precipicio. Con todo, a pesar de la notoria evidencia de un fracaso rotundo, a veces emprenden en España tentativas de pillaje que más bien llamaríamos actos de suicidio. Los “actores de gira” criminales que tratan de llevar a cabo un asunto grande en España, casi siempre acaban entre rejas. Los rusos que viven en España desde hace mucho a veces comentan en broma sobre este tema: “¡En España los cowboys no vienen a trabajar, sino a descansar!”
El tercer tipo de “caballeros de la suerte” de la CEI son las autoridades del crimen organizado y sus allegados. Estas importantes personas abordaron con toda seriedad al tema de la emigración a España y han invertido aquí mucho dinero. Algunos de ellos han adquirido inmuebles, pero vienen solamente de vez en cuando para calentarse al sol. Algunos de ellos se han trasladado definitivamente para residir aquí permanentemente, y han comprado casas, pisos e incluso algún negocio legal que funciona. Es natural que no conozcamos nada de todos sus asuntos. Sabemos sólo que viven en casas grandes y hermosas por fuera, que van en automóviles caros y llevan la vida mesurada y silenciosa de una persona acomodada. La policía española mira hacia ellos con una sospecha evidente, pero oficialmente no puede hacer nada.
En España estas personas no cometen acciones imprudentes, no entran en conflictos, y viven con sus familias. Para la policía es difícil detenerles sin un pretexto, aunque las autoridades tienen un gran deseo de hacerlo. No tienen nada de qué acusar a estas personas bien vestidas, benévolas, que visitan boutiques de moda, salones de belleza, tiendas caras y restaurantes prestigiosos acatando las leyes, gastando grandes sumas de dinero y pagando siempre al contado. Por eso, de forma periódica, una vez al año los policías españoles realizan redadas a gran escala y detienen a cierta cantidad de “mafiosos rusos” acusándoles de haber cometido delitos económicos internacionales.
Por ejemplo, tiene éxito el pretexto del blanqueo de dinero procedente del crimen organizado, hasta el punto que se ha convertido en el preferido de la delegación española del Interpol. En el periodo comprendido entre 2005 y 2009 se han realizado ya cinco grandes operaciones con el fin de detener a un montón de gente importante en Marbella y Barcelona. Según la versión de las agencias de noticias, todos ellos pertenecían a la “mafia rusa”. A propósito, por alguna razón se llama así en general a todas las personas sospechosas procedentes de la ex URSS o de Europa del Este. Dicho término no le gusta al gobierno ruso ni los propios rusos, puesto que ensucia el significado de la palabra "ruso", lo cual ya se ha denunciado varias veces a nivel oficial. Pero el término, promocionado por los periódicos y las películas, se asimiló bien en la conciencia de masas de los españoles. Cualquier alboroto relacionado con la caza de criminales de las Repúblicas Bálticas, Armenia o Polonia recibe el nombre de “golpe asestado a la mafia rusa” en España. Es triste, pero es un hecho.
En esta situación es especialmente curioso que los propios españoles odien realizar semejantes operaciones. El tema preferido en España es, el día que eso pasa, cuando en las noticias de la noche se retransmiten imágenes de la policía española paseándose con metralletas por pasillos incomprensiblemente oscuros, mientras el locutor habla de pruebas irrefutables de terribles fechorías. Pero en realidad la detención la hicieron otras personas. El asalto lo realizó un grupo operativo de la Interpol o un equipo de policía especial de Moscú. Lo que llaman pruebas no serán más que unos miles de euros en metálico y un fusil neumático. Es incomprensible, por qué se deforman así los hechos y se hace de una pulga un elefante.
Como modesto consejo de la editorial a los “caballeros de la suerte” novatos que llegan de la CEI a España y con el objetivo de evitarles grandes disgustos o incluso una posible detención diríamos lo siguiente:
- Sonrían más a todos los habitantes locales, saluden con amabilidad al subir en el transporte público, entrar en las tiendas e establecimientos de hostelería. No es necesario examinar el entorno con una expresión hosca. En caso contrario se asustarán y llamarán la policía.
- Si alguien se comporta mal o provoca una pelea, acuérdese que usted está en el extranjero. Significa que la gente aquí es completamente distinta. En este momento trate de admitir por lo menos la posibilidad de que esto no es lo que parece. Y probablemente así será.
- Pase lo que pase con usted, sea cual sea la situación se encuentre en España no olvide que en este país se pueden solucionar todos los problemas por medio de una conversación. Si habla sólo ruso, llame a un traductor. Muy pronto estará agradablemente sorprendido de lo rápido y lo bien que acabó todo.
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