Entre los inmigrantes en España este es el grupo más doloroso en sus manifestaciones en relación al consumidor medio. En un 98 % el grupo de las “niñeras y empleadas domésticas” está compuesto por mujeres totalmente aturdidas por la infelicidad en la vida cotidiana en su país de procedencia. Estas mujeres caen sobre los ingenuos españoles junto con un montón de problemas personales. A día de hoy nuestra redacción no tiene claro adónde miran los dos grandes Stevens (Steven Spielberg y Stephen King) a la hora de buscar personajes para sus películas de suspense. Y es que en el entorno de las “niñeras y empleadas domésticas” de la antigua URSS podrían encontrar todo lo que necesiten para conseguir la felicidad creativa completa los próximos veinte años.
Mujeres de entre 22 y 55 años y de edad se reúnen en legiones procedentes de todos los vastos espacios de la antigua Eurasia socialista y llegan en cohortes a España con caras inteligentes. A primera vista su apariencia inspira una confianza incondicional. Sin embargo, con un mínimo de aproximación se detecta que la inmensa mayoría de ellas tiene perturbadas sus facultades mentales. Tan sólo un triste 2 % de esta variopinta masa son “niñeras y empleadas domésticas” profesionalmente útiles y adecuadas que encontraron su verdadera vocación en el difícil trabajo diario en una casa ajena. Las demás son seres neurasténicos, desengañados de la vida, que tratan frenéticamente de sobrevivir fuera de los límites de su país natal de cualquier modo que esté a su alcance. Consecuentemente, con estas reglas del juego será fácil adivinar el estilo de su conducta en su casa.
La posibilidad de encontrar en España a una empleada doméstica honesta buena con los niños, bien educada y sana en lo físico y mental se iguala a la probabilidad de saludar personalmente al Dalai Lama. La explicación es elemental. Si la mujer posee ya todas las características anteriormente mencionadas, piense, lo pequeña que es la probabilidad de que no encuentre colocación en su ambiente natural y se vea obligada a emigrar. ¡Tiene razón! Deje de esperar que encontrará buenas “niñeras y empleadas domésticas” de los países de la CEI en España. Es más fácil llegar a dominar los entresijos de la filosofía budista.
Una enorme cantidad de mujeres llega a España y trata de hacer el papel de de Mrs. Hudson y Mr. Barrymore sin tener talento ni las más mínimas nociones sobre la gran cultura del servicio doméstico. Ciertas mujeres, infelices y rechazadas por la sociedad de la ex URSS, creen con su característica estupidez los rumores periodísticos sobre que en Europa se puede ganar dinero fácilmente en este ámbito, y tras su llegada se condenan a si mismas y condenan a los futuros patrones a una serie de sufrimientos emocionales. Cuando comienzan practicar en una familia de españoles acomodados o de inmigrantes, muy pronto dejan de comportarse con decoro alguno, y entran en profundos conflictos internos e incluso cometen bajezas. El modelo suele ser estándar. Desde la segunda semana del trabajo la mujer interpreta la actitud amable del patrón hacia ella como una señal de igualdad. La invitación simbólica del ama de la casa para a una taza de té antes del fin de la jornada es tomada como una proposición de amistad femenina y un motivo para vomitar inmediatamente sobre la mesa todo el contenido de su alma herida. Cuando los patrones, tras recuperarse de la falta de tacto logran devolver el excitado cerebro de la asistenta a su posición inicial, la mujer no experimenta hacia ellos nada más que odio e ira. Por supuesto, aparentemente contienen sus negativas emociones, pero las vierten después sobre las cosas de valor de la casa de los desdichados burgueses o incluso en sus hijos.
Es normal que tales “niñeras y empleadas domésticas” pierdan pronto el trabajo, busquen uno nuevo, y después uno y otro más. Esto es posible gracias a que el déficit de los trabajadores en este sector es permanente. En esta rotación de sufrimientos y pequeñas malas pasadas las “niñeras y empleadas domésticas” se las ingenian para ganar unos euros y adquirir experiencia de la vida en Europa. El mejor final para este culebrón será el regreso de la mujer a su patria histórica con uno pequeños ahorros o la experiencia de una modesta convivencia con un español poco exigente, solitario y de edad avanzada. Por desgracia, no se puede esperar nada mejor. El axioma es irrefutable. Es decir, si la mujer en la vida en general no sabe hacer nada ni es capaz de ser una buena ama de casa, tampoco tiene que esperar milagros en España.
Si se encuentra en una situación en la urgentemente precise los servicios de una “niñera y empleada doméstica” no tenga prisa, por favor. En España esto es la tarea casi más difícil de todas las que es posible encontrar en el contexto de los trabajadores de habla rusa. El mercado de propuestas es enorme, pero las propuestas dignas son muy pocas. Ármese de paciencia y comience un concurso. O mejor diríjase a uno de los centros donde existe ya una gran base de datos de estos profesionales con referencias y recomendaciones. Probablemente no le saldrá muy barato, pero créalo, es una opción mucho más económica que despertarse una vez en el piso sin dinero, documentos y cucharillas de plata.
¡Si ha tenido suerte y ha encontrado a estas dos de las cien posibles “niñeras y empleadas domésticas” buenas, reciba nuestras felicitaciones! Cuide a este valioso personal precioso y no ahorre propinas con él. Si tiene que trasladarse de repente a otro país, arriesgando dejar a sus dignos empleados sin salario, no se tome la molestia de llamar a nuestra editorial. ¡Nuestros lectores se inscriben en la lista de espera de Mr. Barrymore y Mrs.Hudson con un año de antelación!
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